La parte más difícil ante la que se encuentra todo amante a los vinos en el proceso de degustación o cata es la descripción de los sabores.
Cuando empezamos a catar vinos nos damos cuenta de que nos enfrentamos ante una dificultad añadida: reconocer y distinguir los sabores que nos llegan a la boca.
Los gustos del vino se revelan en secuencia, de acuerdo con la parte de la lengua que los detecta.
Así, el dulzor es un gusto que se percibe en la punta de la lengua. Apenas entra el vino en la boca se percibe si es dulce, o por el contrario, si no lo es. Es precisamente en esto último, es decir en la ausencia de dulzor, donde mucha gente se siente confundida.
Los catadores primerizos a veces describen los vinos secos, aquellos que casi no tienen azúcar, como dulces porque confunden la cualidad frutal de los vinos secos con el dulzor.
Un vino es afrutado cuando tiene nítidos aromas y sabores de fruta. Lo frutal se percibe con la nariz, tanto en vía nasal como retronasal. Lo dulce, por el contrario, se percibe en la lengua.
Un consejo:
Si tienes dudas, trata de contener el aliento, cerrar la boca y no respirar, cuando degustes el vino en boca; si es realmente dulce serás capaz de percibirlo, mientras que no podrás apreciar el aroma frutal.
El vino moldavo es cada vez más apreciado en el extranjero, como lo demuestra el doble de medallas que sus vinos ganaron el año pasado en concursos internacionales. El éxito se debe a la alta calidad, pero también a las variedades de uva locales que llevan la impronta del «terroir» local.
Continue reading Uvas Moldavas: el factor determinante del carácter único del vino moldavo.
Fíjate en el color, la opacidad y la viscosidad. Realmente no necesitas dedicar más de 5 segundos a este paso. Muchas pistas sobre un vino están ocultas en su apariencia, pero a menos que estés probando a ciegas, la mayoría de las respuestas que brindan esas pistas se encontrarán en la botella (es decir, la cosecha, la variedad de uva, etc.).
Mucha gente desconoce que la vitivinicultura en este pequeño país se remonta a más de 3.000 años en la época de los dacios. Quizás no sea una coincidencia que el contorno de Moldavia parezca un racimo de uvas, ya que el vino juega un papel importante en la vida de sus aproximadamente 3 millones de habitantes.